Juanjo Marle

CÓMO CONTRATAR A UN MAL JEFE

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 «La gente no renuncia a las empresas, renuncia a los malos jefes.» – Rodrigo Rojas, gerente de felicidad.

En Internet hay cientos de artículos sobre cómo contratar a un buen jefe. Sin embargo, a lo largo de tu trayectoria profesional seguro que te has encontrado con más de algún jefe horrible. Te hablo de jefes que, por lo que sea, al pensar en ellos se te venían a la cabeza museos de torturas medievales o ciertas escenas de Juego de Tronos. No es casualidad que estos temas se hayan llevado al cine, como en la película Cómo acabar con tu jefe, protagonizada por Kevin Spacey, entre otros grandes actores (y con segunda parte, incluso).

Entonces, ¿qué ocurre? ¿Hay algún procedimiento por el cual los headhunters y expertos en selección identifiquen a un mal jefe para contratarlo y ponerlo en nuestro camino? Quizá te dedicas a la selección, tienes una empresa que gestionar o eres un profesional que se ha topado con jefes diabólicos en su carrera. En cualquier caso, aquí te propongo 6 claves sobre cómo detectar y contratar a un mal jefe.

CÓMO CONTRATAR A UN MAL JEFE

1. Contrata a jefes que critiquen constantemente

Huye de los jefes que siempre celebran los éxitos de los empleados por pequeños que sean. Eso hará que la gente esté motivada y arrime más el hombro, dando más de lo que se le pide. En vez de eso, echa un ojo a esos jefes que están constantemente criticando al personal. Fíjate bien si se les escapa algún insulto o si pierden con facilidad los papeles. Si es así, ¡no los dejes escapar! ¿Has hecho algo mal? 2 bofetadas. ¿Lo has hecho bien? Solo 1 bofetada, pero te la llevas.

Con toda seguridad esa actitud y modus operandi hará que los empleados pierdan la confianza en sí mismos y se sientan inseguros en todo momento. No sabrán qué hacer porque, hagan lo que hagan, el feedback que recibirán será destructivo y dañino. Con suerte, estarán tan quemados y hasta las narices que se irán a otra empresa a poner en práctica todo lo que han aprendido. O quizá a emprender su propio proyecto. Si todo sale bien, contarán la historia de por qué abandonaron el proyecto, haciendo publicidad gratis de ese jefe tóxico.

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2. Asegúrate de que ese jefe no tiene ni una soft-skill

Las soft-skills son aquellas habilidades relacionadas con cómo transmites y aplicas conocimiento y experiencia. Tienen que ver con la inteligencia emocional, el trabajo en equipo, la comunicación, la gestión del estrés, la capacidad de negociación, la resolución de conflictos… Las habilidades blandas o soft-skills demuestran tu actitud para enfrentarte a los retos personales y profesionales de una manera única. Si quieres profundizar en las soft-skills puedes descargar mi e-book gratuito sobre las habilidades de los profesionales del futuro aquí.

Aquellos jefes que han desarrollado las soft-skills probablemente tengan empatía con sus colaboradores, sepan cómo tratar a las personas y las respeten. Pero no queremos eso. Busca a aquellos profesionales que solo se centren en las hard-skills, es decir, en lo que saben hacer. Que no tengan en cuenta los problemas de las personas ni sus inquietudes. Quédate con aquellos que detesten ser cuestionados y que rehagan ellos mismos las tareas que delegan. Esos jefes que te felicitan en privado (milagro si lo hacen) y te echan la bronca a viva voz en medio de la oficina.

3. Que bajo ninguna circunstancia fomente el trabajo en equipo

El buen líder sabe que su misión es crear a otros líderes. Tiene in mente que el todo es mayor a la suma de las partes.  Es por eso que los buenos jefes se preocupan por el desarrollo y el engagement de las personas a su cargo, haciendo piña. Trabajar en equipo es clave para conseguir sacar el máximo potencial de una organización. Pero esto va de contratar a un mal jefe. Así que tienes que poner mucha atención para encontrar a alguien que padezca el síndrome del César. Seguro que has escuchado alguna vez la frase «divide y vencerás». Que sepamos, fue el emperador romano Julio César quien la pronunció por primera vez hace más de dos mil años («divide et impera»).

Esta estrategia está bien para conquistar imperios y ganar batallas, pero no para liderar a un equipo. Un jefe contagiado con el síndrome del César dividirá a sus equipos de manera que prevalezcan el individualismo y las desconfianzas. Proyectos que no terminan, innumerables conflictos y muchas dosis de mal rollo es lo que le espera a una empresa con un jefe de esta guisa. ¡Premio!

4. Tiene que ser un jefe que lidere a través del miedo

Hacer mentoring, coaching, generar un entorno donde las personas puedan expresarse libremente y pensar de manera autónoma…Olvídate. Necesitamos ofrecer la Bad Boss Experience. ¿Para qué tratar bien a la gente pudiendo humillarla e intimidarla? Ficha a aquellos jefes que utilicen el miedo para conseguir sus objetivos. Los reconocerás porque son aquellas personas que siempre están a la defensiva y todo se lo toman como un ataque personal. Si les cuentas que has tenido una idea para el negocio no te dejarán que termines de explicarte. Te dirán que te calles, que la idea no es buena y te tratarán de convencer durante un buen rato de por qué estás tan equivocado. Eso sí, acabarán la conversación diciéndote que les cuentes todas las ideas que se te ocurran, que igual de 100 ideas alguna es la buena y dais un pelotazo. Palmadita en la espalda y hasta la próxima, champion.

Este liderazgo puede deberse a uno de los síntomas del síndrome del César. El jefe siente que tiene que defender su puesto. Tiene miedo de que el equipo esté cohesionado y ve amenazas en la unión de los trabajadores. Por otro lado, su inseguridad restringe la proliferación de ideas y argumentos por parte del personal. ¿El resultado? Fuga de talentos y escasez de innovación dentro de la organización. Por ello, intenta contratar a jefes que hagan confidencias para sembrar el caos, provoquen roces entre compañeros con falsas acusaciones y que corten las alas a la comunicación y la creatividad de los trabajadores.

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5. Si la cosa va bien, es cosa suya. Si va mal, la culpa es de los demás

Un mal jefe se pone la medalla de los éxitos y evade responsabilidades cuando las cosas salen mal. Están acostumbrados a robar el crédito de sus colaboradores. Muchas veces lo hacen para no sentirse inferiores y para destacar su importancia en la organización. Lo que hacen en realidad es alejar al talento que tienen alrededor. La otra cara de la moneda es echar la culpa a su equipo cuando las cosas no se consiguen. De este modo, un mal jefe siembra la cultura del señalamiento: encontrando y señalando al culpable de una situación, todo solucionado. Preguntarán «¿quién ha hecho esto?» en lugar de «¿cómo podemos solucionarlo?». Los miembros de la organización imitarán ese comportamiento y, para librarse de las posibles broncas, intentarán tener bajo control las acciones de los demás con el fin de estar preparados y libres de pecado.

¡Cuidado! Es posible que caigas en las garras de los buenos jefes. Estos tenderán a estar felices y optimistas. Si las cosas van bien reconocerán el esfuerzo y el trabajo de todos y cada uno de los miembros del equipo, sin los cuales el éxito no sería posible. Además, aceptan la responsabilidad ante los fracasos, enviando el mensaje de que equivocarse es parte del aprendizaje. No machacan a las personas por sus errores ni están constantemente recordando que las cosas no salieron bien. Actúan y vuelven a motivar a su equipo para salir fortalecidos de una crisis, impulsando una cultura de innovación y superación.

6. Imprescindible: que controle cada movimiento de su personal

Estos jefes llevan la cuenta de cuántas veces te levantas de la silla para ir al baño, de si has llamado a tu tía abuela para ver si se encontraba bien de la rodilla o de si has apagado el ordenador a las 19:58, justo dos minutos antes de la hora. Son los mismos que, aunque eches más horas que un reloj, te exigen puntualidad para entrar. No dejan almorzar a sus empleados y se cargan de razón con frases como «si no te gusta ahí tienes la puerta» o «aquí se viene a trabajar». Y pobre de ti como encima te quejes:

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Agarra bien a estos perfiles para tu empresa. Que no te engañen los jefes que dan libertad a sus empleados. Existe el riesgo de que los trabajadores, en lugar de calentar la silla, se pongan a funcionar para conseguir resultados y cumplir objetivos. Se podría crear un ambiente laboral donde florezcan las ideas y se trabaje en equipo. Recuerda, se trata de contratar a un mal jefe.

¿Alguna clave más?

¿Se te ocurre alguna clave más a considerar para identificar y contratar a un mal jefe? Escríbeme o deja un comentario. Estoy seguro de que aparecerán claves muy interesantes.

????ATENCIÓN????: si lo que quieres es contratar a un buen jefe o un gran líder, haz justo lo contrario de lo que aparece en este post

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